Julieta Córdoba no cree que la escasa cantidad de mujeres inscriptas para los Premios Gardel se deba a una cuestión de discriminación por género. Sin embargo, reconoce que hay resabios, machistas como en el folclore, pero destaca que los cambios que se vienen dando desde hace tiempo en la sociedad permitieron que la mujer haya ganado mucho lugar en la música.
“En general, la cantidad de mujeres en la industria es mucho menor que la de hombres. Muchas deben dejar en stand by sus carreras para hacerse cargo de sus familias, y es complejo compatibilizar horarios con viajes, ensayos y todo lo que conlleva el mundo del espectáculo. Pero cuando se quiere trabajar, todos lo hacemos por igual”, afirma.
Córdoba es un ejemplo de esa mayor presencia en distintos ámbitos. Como agente de prensa de varios artistas locales fue convocada para ser jurado de los Gardel (hay tres tucumanos en total), lo que califica como una gran responsabilidad, en diálogo con LA GACETA. “Es una gran responsabilidad y también un aliciente y un halago a mi trabajo. Hay que conocer, escuchar y apreciar muchas producciones. Mi aporte pasaría por hacer una valoración de las producciones más naturales y menos contaminadas, buscar la novedad, porque miro las cosas como principiante todavía; investigo, pregunto y escucho mucho. Me gustan las cosas creativas, las producciones que se juegan con versiones, gráficas y canciones y, por el otro lado, me aburre lo mismo de siempre”, explica la licenciada en periodismo.
Hay veces en que la cercanía física con los artistas tucumanos conspira en su contra: “hay músicos geniales con cosas muy buenas y que son nuestros, ensayan a la vuelta de casa, pero no los vemos y muchas veces se los subestima”. Tener la posibilidad de votar desde el interior implica, a su criterio, un reconocimiento a los jurados y a los artistas, porque gran parte de las producciones se realizan en las provincias.
Enfrentar el universo de más de 1.500 postulantes en las diferentes categorías (muy diversas y dispersas entre sí, que van desde el rock, el folclore y el tango, hasta canción infantil, tropical y testimonial) es un desafío en sí mismo, complejo de abordar.
“Lo más difícil es el poco tiempo para evaluar la gran cantidad de candidatos que se inscribieron, que me gustaría conocer a fondo. El crecimiento habla muy bien de la industria musical en el país, pero la selección de los finalistas para el Gardel es casi fugaz ante tanto material. Mi mayor expectativa es que todo el proceso sea claro y honesto, que se respeten las decisiones de todos los jurados sin intercambio de intereses y poder aportar a enriquecer la música con producciones novedosas y más humanas”, subraya Córdoba.